Un día lunes temprano me apareció un Herpes Zoster en la cintura. El doctor me dio una receta y partí a la farmacia Ahumada a comprar. Yo no sabía que el remedio se vendía en cajas de 10 comprimidos que costaba como $29.000.- o en caja de 42 comprimidos que costaba como $50.000.- Confieso además que no me fijé y dejé que la dependiente en la farmacia me guiara: “según esta receta necesita dos cajas”! Obvio, me dio dos cajas de 10 comprimidos, las pagué y me fui. En realidad, necesitaba 40 comprimidos.
En la próxima visita al doctor le comenté lo caro del tema, y me abrió los ojos respecto a la caja de 42 comprimidos! Quedé de una pieza, volví a la farmacia, hablé con la supervisora, que amablemente me explicó que me entendía, que en todo caso esa sucursal no vendía el medicamento en 42 comprimidos, y que no podía hacer nada pero ¡“que yo debía fijarme más al comprar”!
¡Uds. entenderán que me sentí estafado! Una compra que podría haber hecho por $50.000.- me terminó costando más del doble.
Y me quedé pensando ¿de quien es la culpa que pase esto? ¿Porqué me confié en la dependiente?
Ella tiene incentivos para vender, igual que un vendedor de camisas o de equipos de audio. Averigüé y le pagaban $300 por venderme ese medicamento. No es mucho dirá uno, pero va sumando. Pero el tema de fondo ¿es lo mismo vender camisas que vender “salud”?
Yo soñaba que en temas de salud habría más preocupación por el paciente, que los involucrados en el proceso se preocuparían realmente del enfermo, para mejorarlo al menor costo posible.
Culpa del sistema dirá uno! Y si, en parte! También podemos observar ahí la responsabilidad individual de la vendedora. Ella sometida a la tentación de obtener mejores resultados, y mejores ingresos, versus preocuparse del bolsillo del cliente! Esa dependiente también podría haber renunciado a sus $300.- y darme la información completa.
De hecho, en otro oportunidad, me sorprendió enormemente pasar a una Copec, y que un bombero me diga, “Señor, no se si Ud. sabe pero mañana baja la bencina $18.- ¿Igual quiere llenar hoy?” A el también le pagan comisiones por venta! Merece ser destacado: es la Copec que queda en Vitacura esquina de Coronel Avendaño, viniendo desde la cordillera casi al llegar a la rotonda Irene Frei.
Mi reflexión es que, está bien, “el sistema tiene la culpa” porque nos somete a tentaciones, pero cada uno de nosotros tiene la opción de caer o no en tentación, en tantos pequeños actos del día a día, y cada uno de esos actos tienen costos para uno, pero esa es la definición de tentación ¿no? Si no tuviera costos todos haríamos siempre lo correcto. Si eso es así, reclamemos contra el sistema para disminuir las tentaciones, y al mismo tiempo cada uno de nosotros puede analizar donde - laboral, familiar, social o espiritualmente - podemos alinear mejor nuestro hacer con nuestros valores. Por último, está claro que el reclamo nace de algo que yo mismo podría haber hecho mejor. Ahora, me hago responsable y cotizo antes de ir a la farmacia!
jueves, 18 de junio de 2009
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