martes, 29 de abril de 2008

Ceder el paso

Sigo impresionado por la fuerza de la campaña Enamórate de Dar en que la Comunidad de Organizaciones Solidarias invita a todos los chilenos a hacer de la solidaridad una forma de vida.

Estoy personalmente convencido que esta campaña apela a cada uno de nosotros, a esto que podemos llamar la Responsabilidad Social Personal (RSP), y que esa se inicia con pequeños gestos. En el artículo anterior vimos el gesto básico por excelencia: saludar. Veamos ahora Ceder el Paso

Ceder el paso es una manera de dar, dar de nosotros, dar algo probablemente pequeño pero que en ese minuto nos interesa mucho. Como veremos y como ocurre casi siempre, el dar se devuelve inmediatamente y somos nosotros mismos los que obtenemos mayor gratificación.

Lo podemos ver todos los días, cuando vamos manejando y la persona que va en la pista de al lado señaliza que desea cambiarse a la pista “nuestra” (en realidad, a la pista que vamos ocupando en ese momento nosotros, pero que ya consideramos nuestra). Ceder el paso nos obliga a desacelerar, entregar lo que consideramos “nuestro derecho” y “perder” un poco de tiempo (y vamos tan atrasados por la vida).
Pero, ¿realmente “perdimos” tiempo? La mayoría de las veces veremos que cedimos el paso, y en el próximo semáforo estamos a la misma altura que el que iba delante nuestro. O, que no lo cedimos, pero el otro alcanzó a “meter la punta” y quedamos bloqueados, todos se enervan, bocinas, mala onda, pero sobre todo, nosotros mismos nos vamos con carga negativa. Incluso aunque no haya que detenerse y no hayan bocinazos. ¿Acaso evitar esa carga negativa no vale unos pocos segundos?

Otra situación común en el tránsito, ocurre cuando hay una larga fila para doblar y llega otro en segunda fila tratando de doblar. “¿Qué se cree este fresco? No lo dejaré pasar”. Cierto, la vida está llena de frescos, pero también hay personas distraídas, que se acordaron tarde que querían virar y simplemente no alcanzaron a tomar la cola, ¿puede Ud. asegurar que no le ha pasado nunca, ni le va a pasar nunca en el futuro? Y cuando le pase, ¿no le gustaría que no dejaran pasar? Y aunque a Ud. no le pase nunca ¿el tránsito general fluye más rápido si Ud. cede el paso? Si lo vemos como su colaboración a la sociedad, seguro que vale la pena hacerlo.

Esta situación, tan común en el tránsito, lo es también en muchas acciones de la vida. Al subir o bajar del Metro o de un ascensor, al hacer la fila en algún banco o en supermercado, al servirse en una mesa, al hablar en una discusión, etc. Si, la tentación de pasar primero es grande, de pensar que el otro es un aprovechador también, pero lo invito por este mes, proponerse formalmente “ceder el paso” y observar que pasa. Ganó tiempo o no, se sintió bien o mal. Al final del mes, saque sus propias conclusiones.

Adicionalmente, lo quiero invitar, a fijarse, a poner atención en las situaciones o personas que si “ceden el paso”. Apuesto es que hay muchos más de los que creemos que hay. Entonces, ¡coméntelo con los demás!

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