Les propongo analizar el crecimiento de una empresa desde sus orígenes. Supongamos que se inicia como una pequeña empresa en que trabaja el dueño y un par de ayudantes, como varias de las empresas que Patricia Politzer describe en su libro “Chile ¿de qué país estamos hablando?”.
Naturalmente, la relación dueño – trabajador es inmediata, y de mucha colaboración mutua. Ambos se conocen no sólo en lo laboral, sino también en su vida personal, y, de una u otra forma, forman una pequeña comunidad.
Para el empresario, el trabajador es un colaborador importante, le preocupa que haga bien su trabajo, se ocupa entonces de ayudarlo a resolver sus problemas. Le da permisos para resolver sus problemas personales y espera de vuelta que el trabajador este dispuesto a dar lo mejor de si mismo, y también dar más tiempo cuando se le necesite.
Por su parte el trabajador, conoce de cerca las vicisitudes del negocio, entiende los problemas del dueño, incluso conoce sus problemas personales, y entonces “entiende” a su jefe y le es fácil explicar y aceptar los “excesos” que pueden aparecer en la relación diaria. Como se ve, la relación está expuesta a “abusos” de ambos lados, pero se van auto regulando, en la conversación diaria, en el conocimiento mutuo.
A medida que la empresa tiene éxito, crece, tiene mas personal, el jefe – dueño, se va alejando de los problemas de las personas. Cada vez tiene menos tiempo para eso, pues tiene muchos otros problemas donde se va la vida de la empresa, donde muchas veces se define la continuidad de ella, una serie de decisiones importantes que tomar cada día. El dueño tiene clara conciencia que no sólo se juega la empresa, sino que también la fuente de trabajo de muchas personas. Aparecen las jefaturas intermedias, y, igual que en el juego del teléfono, la comunicación se dificulta, y se hace cada vez más difícil comprender al otro.
Lo que se veía como un “abuso” entendible, deja de serlo, y la relación comienza a ser más normada. Donde antes era un grupo en torno a un objetivo común, ahora aparecen las posiciones, la definición clara de mis derechos – primero – y de mis deberes –después-. Y cuando las compañías se descuidan en atender y en comunicar con claridad, a todos los trabajadores, los diferentes aspectos de la vida laboral que les preocupan, se están creando todos los espacios para que nazcan los sindicatos.
Los sindicatos pueden jugar un gran papel en la vida de una empresa: como articulador de comunidad entre los trabajadores, como canal de comunicación bidireccional entre la administración y los trabajadores, y también como negociador, no sólo en la negociación colectiva, sino en cualquier momento. Como construir buenas relaciones con un Sindicato será el tema del próximo artículo.
viernes, 5 de septiembre de 2008
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