Asistí hoy a un encuentro llamado De la Conmoción a la Acción, invitado por la Fundación Desafío. Uno de los expositores comentó como había evolucionado la visión del ser humano en la empresa, desde la “mano de obra”, los “recursos humanos”, el “capital humano” y, actualmente, los “colaboradores”.
Contablemente, decía él, el trabajador inicialmente se reflejaba sólo en los costos, esto es un recurso, y actualmente se valora también su contribución en los ingresos. Si capacitamos a la persona y la motivamos producirá mejor.
Y luego, viene la intervención del Padre Nicolás Buttet, que nos invitó a reflexionar qué habíamos aprendido en las crisis. La gran crisis económica mundial del año pasado va quedando atrás, y el mundo parece que va a retomar su camino igual que antes. Un poco más pobre, pero haremos más de lo mismo. En Chile, tuvimos la “suerte” de tener un segundo llamado: el terremoto. Y aparece la solidaridad, característica nuestra en estas catástrofes, y nos vemos tentados a seguir adelante, vamos a reconstruir, seguir produciendo, … más de lo mismo. Y, el ser humano que apareció en la catástrofe, las relaciones que alcanzamos a construir en la solidaridad, ese empresario ayudando a reconstruir los barcos de los pescadores, ese joven construyendo casas, esa persona simplemente escuchando a la otra.
Tengo la percepción que, esas relaciones nos hicieron sentirnos más felices, más personas, tanto los que dan (y reciben) como los que reciben (y dan). Lo bello de esto, es que muchas veces el que da, termina recibiendo más de lo que dio, y en este caso, los que allí estuvieron, tienen muy claro lo que significa la antigua oración de San Francisco “porque dando se recibe”.
¿Cuánto nos durarán esas ganas, esas acciones?
La empresa tiene en eso, a mi juicio, un desafío pendiente. ¿Cómo colocar realmente al ser humano en el centro de la preocupación de la empresa? Vimos que está en los costos, está en los ingresos, pero ¿dónde se mide su desarrollo personal? Y no me refiero aquí sólo al desarrollo de sus habilidades para ser mejor, sino al desarrollo de todo su ser. Acompañar, incentivar, invitar al crecimiento de la persona en su totalidad, en su relación con su propia familia, en su relación con su comunidad, en su relación con la trascendencia.
Ya hay avances en esa dirección, como son los Programas de Ayuda al Empleado: relaciones con adolescentes, economía familiar, anti adicciones, sicológicos, talleres de arte, deportes, etc.. y podemos ir más allá. ¿Se saluda la gente en su empresa, se sonríen, se conocen? ¿Existen canales de solidaridad efectiva dentro de su empresa y desde sus trabajadores hacia la comunidad? ¿Existen espacios para escucharse y acompañarse en sus problemas personales? ¿Se promueve el uso del tiempo libre? lo que es bastante más que no exigir sobretiempo.
Muchos dirán, esto no es responsabilidad de la empresa. La empresa está para producir. Y la pregunta que me hago es ¿Qué pasaría si se hiciera? ¿Qué efecto tendría en la sociedad, en la comunidad y en los propios trabajadores? ¿Si se hiciera, sería la empresa más eficiente? Una forma de administrar así necesita sin duda el compromiso de todos, pero antes que nada, necesita el compromiso del dueño! Son los que tiene más poder, los llamados a dar el ejemplo, con su propia manera de ser, de actuar, en lo cotidiano. Como decía el Padre Buttet, invertir el organigrama, de modo que realmente el jefe esté “al servicio” de sus subordinados.
En estos días, y también antes del terremoto, hemos visto tanta solidaridad de tantos empresarios, que estoy convencido que Chile puede generar ese cambio.
¡Se toma un riesgo … sin duda … y en eso, los empresarios son especialistas!
Y eso no quita que cada uno de nosotros tiene su propio desafío que no puede esperar al cambio de los demás. ¿Qué puedo cambiar en mi vida para ayudar a que la sociedad cambie? ¿Qué estoy dispuesto a arriesgar para eso?
Contablemente, decía él, el trabajador inicialmente se reflejaba sólo en los costos, esto es un recurso, y actualmente se valora también su contribución en los ingresos. Si capacitamos a la persona y la motivamos producirá mejor.
Y luego, viene la intervención del Padre Nicolás Buttet, que nos invitó a reflexionar qué habíamos aprendido en las crisis. La gran crisis económica mundial del año pasado va quedando atrás, y el mundo parece que va a retomar su camino igual que antes. Un poco más pobre, pero haremos más de lo mismo. En Chile, tuvimos la “suerte” de tener un segundo llamado: el terremoto. Y aparece la solidaridad, característica nuestra en estas catástrofes, y nos vemos tentados a seguir adelante, vamos a reconstruir, seguir produciendo, … más de lo mismo. Y, el ser humano que apareció en la catástrofe, las relaciones que alcanzamos a construir en la solidaridad, ese empresario ayudando a reconstruir los barcos de los pescadores, ese joven construyendo casas, esa persona simplemente escuchando a la otra.
Tengo la percepción que, esas relaciones nos hicieron sentirnos más felices, más personas, tanto los que dan (y reciben) como los que reciben (y dan). Lo bello de esto, es que muchas veces el que da, termina recibiendo más de lo que dio, y en este caso, los que allí estuvieron, tienen muy claro lo que significa la antigua oración de San Francisco “porque dando se recibe”.
¿Cuánto nos durarán esas ganas, esas acciones?
La empresa tiene en eso, a mi juicio, un desafío pendiente. ¿Cómo colocar realmente al ser humano en el centro de la preocupación de la empresa? Vimos que está en los costos, está en los ingresos, pero ¿dónde se mide su desarrollo personal? Y no me refiero aquí sólo al desarrollo de sus habilidades para ser mejor, sino al desarrollo de todo su ser. Acompañar, incentivar, invitar al crecimiento de la persona en su totalidad, en su relación con su propia familia, en su relación con su comunidad, en su relación con la trascendencia.
Ya hay avances en esa dirección, como son los Programas de Ayuda al Empleado: relaciones con adolescentes, economía familiar, anti adicciones, sicológicos, talleres de arte, deportes, etc.. y podemos ir más allá. ¿Se saluda la gente en su empresa, se sonríen, se conocen? ¿Existen canales de solidaridad efectiva dentro de su empresa y desde sus trabajadores hacia la comunidad? ¿Existen espacios para escucharse y acompañarse en sus problemas personales? ¿Se promueve el uso del tiempo libre? lo que es bastante más que no exigir sobretiempo.
Muchos dirán, esto no es responsabilidad de la empresa. La empresa está para producir. Y la pregunta que me hago es ¿Qué pasaría si se hiciera? ¿Qué efecto tendría en la sociedad, en la comunidad y en los propios trabajadores? ¿Si se hiciera, sería la empresa más eficiente? Una forma de administrar así necesita sin duda el compromiso de todos, pero antes que nada, necesita el compromiso del dueño! Son los que tiene más poder, los llamados a dar el ejemplo, con su propia manera de ser, de actuar, en lo cotidiano. Como decía el Padre Buttet, invertir el organigrama, de modo que realmente el jefe esté “al servicio” de sus subordinados.
En estos días, y también antes del terremoto, hemos visto tanta solidaridad de tantos empresarios, que estoy convencido que Chile puede generar ese cambio.
¡Se toma un riesgo … sin duda … y en eso, los empresarios son especialistas!
Y eso no quita que cada uno de nosotros tiene su propio desafío que no puede esperar al cambio de los demás. ¿Qué puedo cambiar en mi vida para ayudar a que la sociedad cambie? ¿Qué estoy dispuesto a arriesgar para eso?
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